DESARROLLO TERRITORIAL Y SUS ELEMENTOS.
El desarrollo territorial es un proceso de transformación
productiva e institucional de un espacio rural determinado, cuyo fin es reducir
la pobreza rural.
De esta definición se desprende que el desarrollo
territorial descansa sobre dos pilares estrechamente relacionados, que son: la
transformación productiva y el desarrollo institucional cuyo contenido es
necesario precisar:
La
transformación productiva tiene el propósito de articular
competitiva y sustentablemente a la economía del territorio con mercados
dinámicos, lo que supone cambios en los patrones de empleo y producción de un
espacio determinado.
El
desarrollo institucional tiene como objetivo estimular la
concertación de los actores locales entre sí y entre ellos y los agentes
externos relevantes, así como modificar las reglas formales e informales que
reproducen la exclusión de los pobres en los procesos y los beneficios de la
transformación productiva.
El territorio, como estructura flexible, sin límites
jurisdiccionales predefinido, adquiere una nueva dimensión en toda estrategia
de desarrollo futuro, cimentando la
revalorización estratégica de espacios singulares, locales y regionales
La paradoja de fin de siglo es que junto a la
constitución de un espacio único de interrelación, se configuran territorios
relevantes. El territorio se redefine a
partir de nuevas nociones como las de flujos o redes, que complementan las
tradicionales nociones de “lugares” y a partir de visiones más flexibles
respecto a la idea de región.
La incoherencia es que la eliminación progresiva de las
barreras espaciales refuerza la importancia territorial para el desarrollo, el
territorio, como espacio simbolizado, concreto, integrado a partir de sus
especificidades, ocupa un lugar
protagónico con respecto al nuevo orden internacional y se constituye en el
nuevo actor del desarrollo.
En este marco, desde diversos ámbitos de las ciencias
sociales, se remarca la importancia de una re significación del rol
territorial: “la territorialización aparece como la forma de amortiguar los
efectos de la globalización sobre las dimensiones
del cambio”, “la territorialización
representa el proceso que asegura la emergencia de capacidades endógenas de
desarrollo”, dentro del paradigma organizacional e institucional, basado en la
cooperación en la escala vertical y horizontal, la dimensión local territorial
está siendo vista como el catalizador de las interconexiones existentes entre
el sistema productivo, el conocimiento tecnológico y las capacidades sociales”,
Pero el efecto combinado de estos fenómenos de constitución de un espacio de
actuación único y de territorialización de las estrategias, es la fragmentación
de las trayectorias del desarrollo.
Las regiones y ciudades, ya no tienen un horizonte
prefijado, ni establecido centralmente, sino que deben ser gestores de su
propio desarrollo, el Instituto de
Desarrollo Regional (IDR) y los efectos desiguales de las transformaciones
globales y del ajuste estructural en cada territorio, obligan a un complejo
diseño de políticas para encarar estos desafíos desde la especificidad de cada
territorio, a partir de políticas flexibles, que incorporen la prioridad de afianzar un entorno favorable para la cooperación interinstitucional e inter-empresarial.
Elementos que podemos extraer de las teorías reseñadas
que sean relevantes y útiles para la formulación de un enfoque de desarrollo
territorial rural? A lo menos hay siete
de ellos que consideramos de importancia:
a) La competitividad determinada por la
amplia difusión del progreso técnico y el conocimiento, es una condición
necesaria de sobrevivencia de las unidades productivas. Sin embargo, cabe
precisar que ser competitivo, en un contexto de marginalidad como el que
interesa cuando la perspectiva del análisis es la superación de la pobreza,
debe entenderse como la capacidad de generar mejores empleos (incluido el
autoempleo), que conduzcan a incrementos sostenibles de los ingresos como
requisito para el mejoramiento de las condiciones de vida de las familias
rurales.
b) La innovación tecnológica en: (I)
procesos (transformando los insumos en productos con mayor eficiencia.
(II) productos (pasando a bienes de mayor valor y/o a
demandas más elásticas y dinámicas);
o (III) gestión (en la forma de organización y de relaciones con los
mercados), que eleve la productividad del trabajo; ésta es una determinante
crítica del mejoramiento de los ingresos de la población pobre rural
c) El carácter sistémico de la innovación,
es decir que no es un atributo de empresas o unidades de producción individuales o aisladas, sino que se funda y
depende de las características de los entornos en que están insertas, donde
intervienen los sistemas de educación, investigación y desarrollo, información,
y financiamiento, junto con una gama de proveedores de servicios e insumos. Se
trata, por lo tanto, de una óptica que enfatiza las articulaciones
multisectoriales en un espacio determinado.
d)
La demanda externa al territorio como motor de las transformaciones productivas
y, por lo tanto, como factor esencial para los
incrementos de la productividad y el ingreso. Reducido el territorio (en
especial cuando es pobre) a la demanda
interna, termina condenado, en el mejor de los casos, a la reproducción ciclo a
ciclo de su condición precaria, si es que no al deterioro de ésta Se
trata de cambiar la estrategia orientada por la oferta, característica
de muchos proyectos, para adoptar otra orientada por la demanda externa al
territorio, o, en otras palabras, por una lógica que se propone hacer lo
necesario para satisfacer los requerimientos del exterior respecto de los
bienes y servicios que el territorio puede generar. La ventaja de este enfoque
radica en que las necesidades de capacitación, asistencia técnica u otros,
surgen de los problemas y oportunidades específicos encontrados en la tarea de
satisfacer los “contratos”, en términos de volúmenes, calidad, oportunidad y
precio. En el caso de zonas rurales con bajo grado de desarrollo económico, se
trata de adaptar las capacidades potenciales de determinados núcleos rurales a
la producción de bienes y servicios que en acápites anteriores se definieron
como de baja densidad tecnológica
e) Los vínculos
urbano-rurales son esenciales para el desarrollo de las actividades
agrícolas y no agrícolas dentro del territorio, por cuanto es a través de ellos
que se opera la relación con la demanda externa a él, pero además porque
determinan la viabilidad de ciertos emprendimientos debido a sus condiciones de
acceso a insumos, conocimientos, redes y relaciones, que son externos al mundo
rural. Esta consideración nos orienta, entre otros aspectos, a reconsiderar el
concepto de lo rural, lo que se aborda más adelante.
f)
El desarrollo institucional tiene una importancia decisiva para el
desarrollo territorial. En particular, en lo que dice relación directa con la
existencia y funcionamiento de redes de relaciones sociales de reciprocidad
basadas en la confianza; elementos culturales e identidad territorial; y redes
con actores externos al territorio.
Todos ellos son factores que facilitan el aprendizaje
colectivo, prerrequisito para la amplia difusión del progreso técnico y la
competitividad. Igualmente, estas instituciones son el elemento que liga a los
proyectos colectivos de desarrollo rural y resultan absolutamente
indispensables para que los procesos de desarrollo tiendan a superar, y no a
reproducir, las relaciones de poder que marginan a los sectores pobres de las
oportunidades y beneficios de dichos procesos.
g)
El territorio como construcción sociales el
último elemento que rescatamos de la teoría, y que supone concebir al
territorio no como un espacio físico “objetivamente existente”, sino como un
conjunto de relaciones sociales que dan origen y a la vez expresan una
identidad y un sentido de propósito compartidos por múltiples agentes públicos
y privados (aunque dicha construcción implique muchas veces transitar por
procesos de conflicto y negociación). Es dicha identidad la que permite dar
sentido y contenido a un proyecto de desarrollo de un espacio determinado, a
partir de la convergencia de intereses y voluntades.
Previo a considerar el modelo
de gestión territorial y su articulación con las políticas públicas, es
necesario tomar en cuenta algunos elementos del enfoque territorial (ET), los cuales
se presentan de forma resumida a continuación:
a. Multidimensional. Transita de una visión sectorial de la economía
rural que la reduce a una economía agrícola hacia una concepción
multidimensional, esto quiere decir que lo ambiental, lo económico, lo social,
lo cultural y lo político institucional interactúan sobre el territorio, así
mismo, la economía territorial incorpora elementos de otras actividades económicas
no agrícolas.
b. Multisectorialidad. El
medio rural es un conjunto de regiones o zonas (territorio) cuya población
desarrolla diversas actividades o se desempeña en distintos sectores, como la
agricultura, la artesanía, las industrias pequeñas y medianas, el comercio, los
servicios, la ganadería, la pesca, la minería, la extracción de recursos
naturales y el turismo, entre otros.
c. Capitalización humana, social y natural. Toma en cuenta el capital humano (capacidad de las
personas), el capital social (relaciones y redes que facilitan la
gobernabilidad) y el capital natural (base de recursos naturales).
d. Articulación Urbano-Rural. Reconoce la necesidad de articular las dimensiones
urbana y rural y destaca la importancia de las políticas de ordenamiento
territorial, autonomía y autogestión, como complemento de las políticas de
descentralización y participación ciudadana.
e. Valor Agregado Territorial. Reconoce la importancia de los encadenamientos de
valor agregado, pero articulados al territorio en una economía multisectorial,
destacando la importancia del alcanzar objetivos múltiples y articular procesos
productivos a través de conceptos como clusters y cadenas productivas.
f. Diferenciación Territorial. Promueve esquemas de cooperación que se adapten a
las distintas demandas de los pobladores y agentes de los territorios; es
decir, la diversidad natural y la heterogeneidad política de cada territorio
deben enfrentarse con estrategias diferenciadas para cada uno de ellos.
g. Articulación Territorial. Visualiza los territorios como unidades
articuladas a una trama social y cultural más amplia, trama que se asienta
sobre una base de recursos naturales y que se traduce en formas de producción,
consumo e intercambio, que son, a su vez, armonizadas por las instituciones y
las formas de organización existentes. Además, en dichas regiones o zonas hay
asentamientos que se relacionan entre sí y con el, y en los cuales interactúan
una serie de instituciones, públicas y privadas. Sumado a las características
anteriores, es importante agregar la especificidad de la articulación de las
capacidades locales y la dimensión social. La articulación de las capacidades locales
hace alusión a que las capacidades expresan la historia, los hábitos y las
aspiraciones de una sociedad local particular y luego, que tal articulación
expresa, a su vez, una forma propia (generalmente no replicable en otros
contextos territoriales y temporales) de coordinar la utilización de esas
capacidades. La dimensión social referida a los territorios radica en la
construcción y movilización de los recursos territoriales, es decir, en el
desarrollo de las capacidades de la población
Así como también se plantean ocho criterios para el diseño e
implementación de programas de DTR:
Criterio 1. La transformación productiva y
el desarrollo institucional se deben abordar de forma simultánea en los
programas de DTR. Se condicionan mutuamente y ambos son necesarios para que se
logren reducciones significativas y sustentables de la pobreza rural.
Criterio 2. Los programas de
DTR han de operar con un concepto ampliado de lo rural, que debe necesariamente
incluir el o los núcleos urbanos con los que las áreas pobres tienen o podrían
tener vínculos funcionales en aspectos tanto productivos como sociales.
Criterio 3. Para
los programas de DTR el territorio es un espacio con identidad y con un
proyecto de desarrollo concertado socialmente, en cada proceso de desarrollo rural, el
territorio es una construcción social y no un espacio “objetivamente
existente” en virtud de variables físicas o económicas.
Criterio 4. Los programas de DTR deben
considerar explícitamente la heterogeneidad entre territorios, para lo cual se
plantea una tipología sobre la base de los dos elementos del DTR:
transformación productiva y desarrollo institucional. Los cuatro tipos
resultantes son: Territorios Tipo I: Aquéllos que han avanzado en su
transformación productiva y logrado un desarrollo institucional que ha
permitido grados razonables de concertación e inclusión social.
Criterio 5. Los programas de DTR deben
convocar a la diversidad de agentes del territorio los sectores rurales pobres
pueden por sí mismos desarrollar ciertos tipos de capacidades y competencias, a
partir de su propia organización, sin embargo, habrá otras determinantes del
desarrollo a la que los pobres sólo accederán a través de puentes que los
vinculen con otros agentes económicos y sociales, por ende, la construcción de estos puentes y
el relacionamiento con estos otros actores, es decir, la promoción de la
concertación social, son tareas ineludibles del DTR.
Criterio 6. Los programas de DTR deben
considerar todas las posibles rutas de salida de la pobreza que existe en
cuanto a la agricultura, empleo rural no
agrícola, migración (con sus ambivalencias respecto del DTR) y sus
combinaciones o multi- empleo, se asume que la opción de redes de protección
social, aunque éstas tengan impacto en la pobreza, opera con una lógica
transversal y no de DTR.
Criterio 7. Los
programas de DTR requieren una compleja arquitectura institucional, que dé
lugar a instituciones mediadoras entre el Estado, el mercado y la sociedad
civil, y contenga cinco elementos: las atribuciones y capacidades de los
gobiernos locales en sus dimensiones técnicas, administrativas y políticas; la
coordinación y la existencia de controles y equilibrios entre los niveles
nacional, provincial y local de gobierno; las redes y otras formas de
asociación entre los gobiernos locales, para generar organizaciones de alcance
regional capaces de emprender las tareas de la transformación productiva; las
organizaciones económicas y de representación de la sociedad civil, los
espacios y mecanismos para la concertación público-privada en las escalas y
ámbitos que sean pertinentes para el DTR
Criterio 8. Los
programas de DTR deben formularse y gestionarse con horizontes de mediano y
largo plazo.
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