martes, 20 de noviembre de 2012

Desarrollo Territorial y sus elementos


DESARROLLO TERRITORIAL Y SUS ELEMENTOS.

 

El desarrollo territorial es un proceso de transformación productiva e institucional de un espacio rural determinado, cuyo fin es reducir la pobreza rural.

De esta definición se desprende que el desarrollo territorial descansa sobre dos pilares estrechamente relacionados, que son: la transformación productiva y el desarrollo institucional cuyo contenido es necesario precisar:

La transformación productiva tiene el propósito de articular competitiva y sustentablemente a la economía del territorio con mercados dinámicos, lo que supone cambios en los patrones de empleo y producción de un espacio  determinado.

El desarrollo institucional tiene como objetivo estimular la concertación de los actores locales entre sí y entre ellos y los agentes externos relevantes, así como modificar las reglas formales e informales que reproducen la exclusión de los pobres en los procesos y los beneficios de la transformación productiva.

El territorio, como estructura flexible, sin límites jurisdiccionales predefinido, adquiere una nueva dimensión en toda estrategia de desarrollo futuro, cimentando  la revalorización estratégica de espacios singulares, locales y regionales

La paradoja de fin de siglo es que junto a la constitución de un espacio único de interrelación, se configuran territorios relevantes.  El territorio se redefine a partir de nuevas nociones como las de flujos o redes, que complementan las tradicionales nociones de “lugares” y a partir de visiones más flexibles respecto a la idea de región.

La incoherencia es que la eliminación progresiva de las barreras espaciales refuerza la importancia territorial para el desarrollo, el territorio, como espacio simbolizado, concreto, integrado a partir de sus especificidades,  ocupa un lugar protagónico con respecto al nuevo orden internacional y se constituye en el nuevo actor del desarrollo.

En este marco, desde diversos ámbitos de las ciencias sociales, se remarca la importancia de una re significación del rol territorial: “la  territorialización  aparece como la forma de amortiguar los efectos de la  globalización sobre las dimensiones del cambio”,  “la territorialización representa el proceso que asegura la emergencia de capacidades endógenas de desarrollo”, dentro del paradigma organizacional e institucional, basado en la cooperación en la escala vertical y horizontal, la dimensión local territorial está siendo vista como el catalizador de las interconexiones existentes entre el sistema productivo, el conocimiento tecnológico y las capacidades sociales”, Pero el efecto combinado de estos fenómenos de constitución de un espacio de actuación único y de territorialización de las estrategias, es la fragmentación de las trayectorias del desarrollo.

Las regiones y ciudades, ya no tienen un horizonte prefijado, ni establecido centralmente, sino que deben ser gestores de su propio desarrollo, el   Instituto de Desarrollo Regional (IDR) y los efectos desiguales de las transformaciones globales y del ajuste estructural en cada territorio, obligan a un complejo diseño de políticas para encarar estos desafíos desde la especificidad de cada territorio, a partir de políticas flexibles, que  incorporen la prioridad de afianzar un  entorno favorable  para la cooperación interinstitucional e inter-empresarial. 

Elementos que podemos extraer de las teorías reseñadas que sean relevantes y útiles para la formulación de un enfoque de desarrollo territorial rural?  A lo menos hay siete de ellos que consideramos de importancia:

a) La competitividad determinada por la amplia difusión del progreso técnico y el conocimiento, es una condición necesaria de sobrevivencia de las unidades productivas. Sin embargo, cabe precisar que ser competitivo, en un contexto de marginalidad como el que interesa cuando la perspectiva del análisis es la superación de la pobreza, debe entenderse como la capacidad de generar mejores empleos (incluido el autoempleo), que conduzcan a incrementos sostenibles de los ingresos como requisito para el mejoramiento de las condiciones de vida de las familias rurales.

b) La innovación tecnológica en: (I) procesos (transformando los insumos en productos con mayor eficiencia.

(II) productos (pasando a bienes de mayor valor y/o a demandas más elásticas y dinámicas);           o (III) gestión (en la forma de organización y de relaciones con los mercados), que eleve la productividad del trabajo; ésta es una determinante crítica del mejoramiento de los ingresos de la población pobre rural

c) El carácter sistémico de la innovación, es decir que no es un atributo de empresas o unidades de producción  individuales o aisladas, sino que se funda y depende de las características de los entornos en que están insertas, donde intervienen los sistemas de educación, investigación y desarrollo, información, y financiamiento, junto con una gama de proveedores de servicios e insumos. Se trata, por lo tanto, de una óptica que enfatiza las articulaciones multisectoriales en un espacio determinado.

d) La demanda externa al territorio como motor de las transformaciones productivas  y, por lo tanto, como factor esencial para los incrementos de la productividad y el ingreso. Reducido el territorio (en especial cuando  es pobre) a la demanda interna, termina condenado, en el mejor de los casos, a la reproducción ciclo a ciclo de su condición precaria, si es que no al deterioro de ésta  Se  trata de cambiar la estrategia orientada por la oferta, característica de muchos proyectos, para adoptar otra orientada por la demanda externa al territorio, o, en otras palabras, por una lógica que se propone hacer lo necesario para satisfacer los requerimientos del exterior respecto de los bienes y servicios que el territorio puede generar. La ventaja de este enfoque radica en que las necesidades de capacitación, asistencia técnica u otros, surgen de los problemas y oportunidades específicos encontrados en la tarea de satisfacer los “contratos”, en términos de volúmenes, calidad, oportunidad y precio. En el caso de zonas rurales con bajo grado de desarrollo económico, se trata de adaptar las capacidades potenciales de determinados núcleos rurales a la producción de bienes y servicios que en acápites anteriores se definieron como de baja densidad tecnológica

e) Los vínculos urbano-rurales son esenciales para el desarrollo de las actividades agrícolas y no agrícolas dentro del territorio, por cuanto es a través de ellos que se opera la relación con la demanda externa a él, pero además porque determinan la viabilidad de ciertos emprendimientos debido a sus condiciones de acceso a insumos, conocimientos, redes y relaciones, que son externos al mundo rural. Esta consideración nos orienta, entre otros aspectos, a reconsiderar el concepto de lo rural, lo que se aborda más adelante.

f) El desarrollo institucional tiene una importancia decisiva para el desarrollo territorial. En particular, en lo que dice relación directa con la existencia y funcionamiento de redes de relaciones sociales de reciprocidad basadas en la confianza; elementos culturales e identidad territorial; y redes con actores externos al territorio.

Todos ellos son factores que facilitan el aprendizaje colectivo, prerrequisito para la amplia difusión del progreso técnico y la competitividad. Igualmente, estas instituciones son el elemento que liga a los proyectos colectivos de desarrollo rural y resultan absolutamente indispensables para que los procesos de desarrollo tiendan a superar, y no a reproducir, las relaciones de poder que marginan a los sectores pobres de las oportunidades y beneficios de dichos procesos.

g) El territorio como construcción  sociales el último elemento que rescatamos de la teoría, y que supone concebir al territorio no como un espacio físico “objetivamente existente”, sino como un conjunto de relaciones sociales que dan origen y a la vez expresan una identidad y un sentido de propósito compartidos por múltiples agentes públicos y privados (aunque dicha construcción implique muchas veces transitar por procesos de conflicto y negociación). Es dicha identidad la que permite dar sentido y contenido a un proyecto de desarrollo de un espacio determinado, a partir de la convergencia de intereses y voluntades.

 

Previo a considerar el modelo de gestión territorial y su articulación con las políticas públicas, es necesario tomar en cuenta algunos elementos del enfoque territorial (ET), los cuales se presentan de forma resumida a continuación:

 

a. Multidimensional. Transita de una visión sectorial de la economía rural que la reduce a una economía agrícola hacia una concepción multidimensional, esto quiere decir que lo ambiental, lo económico, lo social, lo cultural y lo político institucional interactúan sobre el territorio, así mismo, la economía territorial incorpora elementos de otras actividades económicas no agrícolas.

b. Multisectorialidad.  El medio rural es un conjunto de regiones o zonas (territorio) cuya población desarrolla diversas actividades o se desempeña en distintos sectores, como la agricultura, la artesanía, las industrias pequeñas y medianas, el comercio, los servicios, la ganadería, la pesca, la minería, la extracción de recursos naturales y el turismo, entre otros.

c. Capitalización humana, social y natural. Toma en cuenta el capital humano (capacidad de las personas), el capital social (relaciones y redes que facilitan la gobernabilidad) y el capital natural (base de recursos naturales).

 

d. Articulación Urbano-Rural. Reconoce la necesidad de articular las dimensiones urbana y rural y destaca la importancia de las políticas de ordenamiento territorial, autonomía y autogestión, como complemento de las políticas de descentralización y participación ciudadana.

 

e. Valor Agregado Territorial. Reconoce la importancia de los encadenamientos de valor agregado, pero articulados al territorio en una economía multisectorial, destacando la importancia del alcanzar objetivos múltiples y articular procesos productivos a través de conceptos como clusters y cadenas productivas.

 

f. Diferenciación Territorial. Promueve esquemas de cooperación que se adapten a las distintas demandas de los pobladores y agentes de los territorios; es decir, la diversidad natural y la heterogeneidad política de cada territorio deben enfrentarse con estrategias diferenciadas para cada uno de ellos.

 

g. Articulación Territorial. Visualiza los territorios como unidades articuladas a una trama social y cultural más amplia, trama que se asienta sobre una base de recursos naturales y que se traduce en formas de producción, consumo e intercambio, que son, a su vez, armonizadas por las instituciones y las formas de organización existentes. Además, en dichas regiones o zonas hay asentamientos que se relacionan entre sí y con el, y en los cuales interactúan una serie de instituciones, públicas y privadas. Sumado a las características anteriores, es importante agregar la especificidad de la articulación de las capacidades locales y la dimensión social. La articulación de las capacidades locales hace alusión a que las capacidades expresan la historia, los hábitos y las aspiraciones de una sociedad local particular y luego, que tal articulación expresa, a su vez, una forma propia (generalmente no replicable en otros contextos territoriales y temporales) de coordinar la utilización de esas capacidades. La dimensión social referida a los territorios radica en la construcción y movilización de los recursos territoriales, es decir, en el desarrollo de las capacidades de la población

 

Así como también se plantean  ocho criterios para el diseño e implementación de programas de DTR:

 

Criterio 1. La transformación productiva y el desarrollo institucional se deben abordar de forma simultánea en los programas de DTR. Se condicionan mutuamente y ambos son necesarios para que se logren reducciones significativas y sustentables de la pobreza rural.

 

Criterio 2. Los programas de DTR han de operar con un concepto ampliado de lo rural, que debe necesariamente incluir el o los núcleos urbanos con los que las áreas pobres tienen o podrían tener vínculos funcionales en aspectos tanto productivos como sociales.

 

Criterio 3. Para los programas de DTR el territorio es un espacio con identidad y con un proyecto de desarrollo concertado socialmente, en  cada proceso de desarrollo rural, el territorio es una construcción social y no un espacio “objetivamente existente” en virtud de variables físicas o económicas.

 

Criterio 4. Los programas de DTR deben considerar explícitamente la heterogeneidad entre territorios, para lo cual se plantea una tipología sobre la base de los dos elementos del DTR: transformación productiva y desarrollo institucional. Los cuatro tipos resultantes son: Territorios Tipo I: Aquéllos que han avanzado en su transformación productiva y logrado un desarrollo institucional que ha permitido grados razonables de concertación e inclusión social.

 

Criterio 5. Los programas de DTR deben convocar a la diversidad de agentes del territorio los sectores rurales pobres pueden por sí mismos desarrollar ciertos tipos de capacidades y competencias, a partir de su propia organización, sin embargo, habrá otras determinantes del desarrollo a la que los pobres sólo accederán a través de puentes que los vinculen con otros agentes económicos y sociales,  por ende, la construcción de estos puentes y el relacionamiento con estos otros actores, es decir, la promoción de la concertación social, son tareas ineludibles del DTR.

Criterio 6. Los programas de DTR deben considerar todas las posibles rutas de salida de la pobreza que existe en cuanto a la  agricultura, empleo rural no agrícola, migración (con sus ambivalencias respecto del DTR) y sus combinaciones o multi- empleo, se asume que la opción de redes de protección social, aunque éstas tengan impacto en la pobreza, opera con una lógica transversal y no de DTR.

 

Criterio 7. Los programas de DTR requieren una compleja arquitectura institucional, que dé lugar a instituciones mediadoras entre el Estado, el mercado y la sociedad civil, y contenga cinco elementos: las atribuciones y capacidades de los gobiernos locales en sus dimensiones técnicas, administrativas y políticas; la coordinación y la existencia de controles y equilibrios entre los niveles nacional, provincial y local de gobierno; las redes y otras formas de asociación entre los gobiernos locales, para generar organizaciones de alcance regional capaces de emprender las tareas de la transformación productiva; las organizaciones económicas y de representación de la sociedad civil, los espacios y mecanismos para la concertación público-privada en las escalas y ámbitos que sean pertinentes para el DTR

 

Criterio 8. Los programas de DTR deben formularse y gestionarse con horizontes de mediano y largo plazo.

 

 

 

 

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